ROL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR PARA EL FOMENTO DE LOS VALORES ÉTICOS
AUTORA: CARMEN L. GUERRERO O.
CI Nº: 16.510.790
La educación superior, como proceso social,
tiene un gran reto que afrontar en la formación de profesionales que logren
transformaciones sociales., en un momento histórico en que la Sociedad vive una
crisis de valores y ausencia de liderazgo.
De
allí que, siendo las Universidades el baluarte de la cultura de los pueblos, su
gestión debe enfocarse en la formación de individuos éticos que incidan en
procesos socio culturales transformacionales.
Ahí
la importancia del rol docente en la construcción de valores en los
estudiantes, fomentando el verdadero ejercicio de la libertad participativa y
de consensos; orientada a construir una sociedad más ética, justa, equitativa y
emprendedora.
“Una de las funciones del
profesorado es la de hacer el papel de transmisor de –saberes éticos-”
(Buxarrais, 1997). Hay realidades que no podemos cambiar, ni siquiera a medio
plazo, la influencia de la televisión, la violencia que existe en la sociedad,
el nivel de exigencia y responsabilidad que la sociedad traslada al
profesorado, etc.
Como
bien es cierto, no existen soluciones fáciles a los problemas sociales. Pero
sí, el rol del docente que se convierte
en algo más que un mero transmisor de conocimiento científico. No debemos
limitarnos al hecho de producir ciencia y de transmitirla, sino acompañar dicho
conocimiento de un compromiso ético. Y así formar egresados que sean buenos
profesionales, pero también buenos ciudadanos dentro de la sociedad en la cual
se desenvuelven.
La
educación no solo incluye el saber hacer, o el saber conocer, implica sobre
toso el saber ser y el ser emprendedor; es integral y desde esta perspectiva la
calidad de la educación en el camino hacia la excelencia apunta a la formación
de valores que permita el desenvolvimiento en el ámbito social basado en la
equidad, la justicia, la transparencia, y la honestidad en las relaciones
interpersonales, ello es vivir, con ética, no solo anunciarlo como un
componente más en un planificación curricular debe ser una necesidad; para
lograrlo es necesario incitarlo, y la vez estar convencidos que es un proceso a mediano y largo plazo.
Por
eso, “…educación y valores son algo inseparable. Los valores siempre se
comunican. Lo importante es discutir cuáles, cómo, quién los elige y si al
hacerlo se favorece o no la autonomía moral” (Barragán Medero, 2002: 7).
Esto
quiere decir, que con la práctica de los valores dentro de una sociedad dada,
se evidencia la importancia de la formación de profesionales capaces de
establecer metas y objetivos, dando oportunidades y creando una cultura que
favorece y desarrolla el crecimiento personal.
De
esta manera se puede concluir que es necesario que las Instituciones de
Educación Superior afronten el reto de formar profesionales, y que en ese
proceso se cumplan las funciones: instructiva; Educativa y desarrolladora, con
el fin de formar profesionales integrales que además de evidenciar con su
actuar su compromiso social logren transformaciones sociales mediante ejercicio
de comportamiento ético orientado a lograr que la comunidad en la que se
encuentren eleve. Sus niveles de participación en la toma de decisiones.
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