martes, 7 de junio de 2016

CARMEN GUERRERO


ROL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR PARA EL FOMENTO DE LOS VALORES ÉTICOS

AUTORA: CARMEN  L. GUERRERO O.
                                                                                                   CI Nº: 16.510.790

    La educación superior, como proceso social, tiene un gran reto que afrontar en la formación de profesionales que logren transformaciones sociales., en un momento  histórico  en   que  la Sociedad vive una crisis de valores y ausencia de liderazgo. 
   De allí que, siendo las Universidades el baluarte de la cultura de los pueblos, su gestión debe enfocarse en la formación de individuos éticos que incidan en procesos socio culturales transformacionales.
   Ahí la importancia del rol docente en la construcción de valores en los estudiantes, fomentando el verdadero ejercicio de la libertad participativa y de consensos; orientada a construir una sociedad más ética, justa, equitativa y emprendedora.
Una de las funciones del profesorado es la de hacer el papel de transmisor de –saberes éticos-” (Buxarrais, 1997). Hay realidades que no podemos cambiar, ni siquiera a medio plazo, la influencia de la televisión, la violencia que existe en la sociedad, el nivel de exigencia y responsabilidad que la sociedad traslada al profesorado, etc.
   Como bien es cierto, no existen soluciones fáciles a los problemas sociales. Pero sí,  el rol del docente que se convierte en algo más que un mero transmisor de conocimiento científico. No debemos limitarnos al hecho de producir ciencia y de transmitirla, sino acompañar dicho conocimiento de un compromiso ético. Y así formar egresados que sean buenos profesionales, pero también buenos ciudadanos dentro de la sociedad en la cual se desenvuelven.
   La educación no solo incluye el saber hacer, o el saber conocer, implica sobre toso el saber ser y el ser emprendedor; es integral y desde esta perspectiva la calidad de la educación en el camino hacia la excelencia apunta a la formación de valores que permita el desenvolvimiento en el ámbito social basado en la equidad, la justicia, la transparencia, y la honestidad en las relaciones interpersonales, ello es vivir, con ética, no solo anunciarlo como un componente más en un planificación curricular debe ser una necesidad; para lograrlo es necesario incitarlo, y la vez estar convencidos que es un  proceso a mediano y largo plazo.
  Por eso, “…educación y valores son algo inseparable. Los valores siempre se comunican. Lo importante es discutir cuáles, cómo, quién los elige y si al hacerlo se favorece o no la autonomía moral” (Barragán Medero, 2002: 7).
    Esto quiere decir, que con la práctica de los valores dentro de una sociedad dada, se evidencia la importancia de la formación de profesionales capaces de establecer metas y objetivos, dando oportunidades y creando una cultura que favorece y desarrolla el crecimiento personal.
    De esta manera se puede concluir que es necesario que las Instituciones de Educación Superior afronten el reto de formar profesionales, y que en ese proceso se cumplan las funciones: instructiva; Educativa y desarrolladora, con el fin de formar profesionales integrales que además de evidenciar con su actuar su compromiso social logren transformaciones sociales mediante ejercicio de comportamiento ético orientado a lograr que la comunidad en la que se encuentren eleve. Sus niveles de participación en la toma de decisiones.      


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